Una empresa de categoría mundial no puede darse el lujo de cometer errores en ninguna de las etapas del proceso de creación de valor; desde la planificación hasta el mismo control.
Cualquier error durante el proceso debe prever mecanismos de detección a fin de evitar que este pase a la siguiente fase arrastrando el problema y al final generando perdidas catastróficas.
Cualquier error durante el proceso debe prever mecanismos de detección a fin de evitar que este pase a la siguiente fase arrastrando el problema y al final generando perdidas catastróficas.
Semejante problema acaba de ocurrirle a una gran empresa de juguetes con una amplia trayectoria y reconocimiento, nada menos que la compañía estadounidense MATTEL, quien va a retirar más de 11 millones de juguetes FISHER-PRICE fabricados en china y distribuidos en todo el mundo por problemas de seguridad.
Los juguetes más emblemáticos son los triciclos para niños de 2 a 5 años que ya han reportado por lo menos 10 accidentes que han requerido atención médica. El problema es la llave que está en la parte delantera que hace susceptible de que los niños se golpeen sus partes genitales.
Esto nos lleva al reconocimiento de la necesidad de contar con una organización capaz de detectar el más mínimo error posible. No existen márgenes de permisibilidad porque estos pueden trascender y tener consecuencias devastadoras y hasta llevar a la quiebra a una empresa.
Esto nos lleva al reconocimiento de la necesidad de contar con una organización capaz de detectar el más mínimo error posible. No existen márgenes de permisibilidad porque estos pueden trascender y tener consecuencias devastadoras y hasta llevar a la quiebra a una empresa.
Obviamente en este caso el problema parece ubicarse en el diseño, lo cual llama la atención ya que estas compañías cuentan con sendos equipos de ingenieros diseñadores lo cual nos deja una duda suspicaz: ¿Cuál fue el problema?.
Para tener una idea supongamos irrisoriamente que cada juguete tiene un precio de mercado de $3.00; esto implicaría $33 millones de dólares, que no es una cifra despreciable aún para una compañía gigantesca; y a esto hay que sumar los costos en logística de recolección y principalmente los costos inherentes en el deterioro de la imagen de mercado, la cual por sí misma representa un inapreciable capital económico.
Para tener una idea supongamos irrisoriamente que cada juguete tiene un precio de mercado de $3.00; esto implicaría $33 millones de dólares, que no es una cifra despreciable aún para una compañía gigantesca; y a esto hay que sumar los costos en logística de recolección y principalmente los costos inherentes en el deterioro de la imagen de mercado, la cual por sí misma representa un inapreciable capital económico.
En otras palabras, el mundo de la administración exige una política permanente hacia la perfección, lo cual nos obliga a establecer más que una política de calidad total, una política de previsión total. ¿Será posible tal cosa?.
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